jueves, 3 de septiembre de 2009

PROPOSICIÓN CON PUNTO DE ACUERDO RELATIVO A LA CELEBRACIÓN EN NUESTRO PAÍS DE LA CUMBRE DE NORTEAMERICA 2009


Los sucritos, Senador José Luis Máximo García Zalvidea, Senador Tomás Torres Mercado y Senadora Rosalinda López Hernández, integrantes del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática a la LX Legislatura, con fundamento en el artículo 58 del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, sometemos a la consideración de esta soberanía la presente proposición con punto de acuerdo al tenor de las siguientes:

CONSIDERACIONES
El próximo mes de agosto tendrá lugar en nuestro país una nueva edición de la Cumbre de Norteamérica. En la Ciudad de Guadalajara, Jalisco, el Presidente Obama, el Primer Ministro Stephen Harper y Felipe Calderón se reunirán para discernir sobre el futuro de la región y abordar algunos temas específicos de las relaciones entre los tres países.

Lo más significativo de este encuentro será, sin duda, la presencia del Presidente de los Estados Unidos y la oportunidad de aprovechar su estancia en nuestro país para posicionar propuestas concretas y reimpulsar aquellos temas que son prioritarios al interior de nuestra agenda bilateral (migración, derechos humanos, cooperación contra la delincuencia organizada, etc.).

De igual forma, será una ocasión propicia para promover un nuevo acercamiento y el replanteamiento de nuestra relación con Canadá. Apenas el lunes de esta semana, el gobierno de Canadá ha dado a conocer la imposición de visado a los turistas mexicanos que deseen viajar a Canadá.

En nuestra perspectiva, esta decisión, criticable pero entendible, y que coloca nuestra relación bilateral en uno de los puntos más lamentables en los últimos años, no es sino el resultado más evidente de la mala gestión diplomática y el desinterés con el que nuestro país ha conducido nuestra relación con nuestro segundo socio más importante en la región de América del Norte.
Y aquí es justamente en donde quisiera detenerme un poco para compartir con ustedes las siguientes reflexiones e interrogantes. ¿Qué es América del Norte?, ¿qué significa ser parte de esta región?, ¿Cuál es el papel de un país como el nuestro en un bloque como el que forman México, Estados Unidos y Canadá? ¿Cuáles son las directrices y los objetivos que guían a nuestra nación en esta aventura trilateral? ¿Quién y cómo se ha definido que el interés nacional de México está exclusiva y estrechamente ligado a la integración de nuestro país a los Estados Unidos?

Porque se nos ha dicho hasta el cansancio que Estados Unidos, Canadá y México son socios estratégicos que se encuentran unidos por fuertes lazos económicos, políticos, sociales y culturales. Sin embargo, la verdad es que a la elite política y económica que ha gobernado este país en las últimas décadas, lo único que le importa es el estrechamiento de vínculos entre México y Estados Unidos.

Para ellos, América del Norte sólo significa integrar y subordinar aún más nuestra economía a la de los Estados Unidos. En esta ecuación, Canadá es sólo un socio secundario más (por eso pudimos darnos el lujo de mandar como embajador a alguien como Emilio Goicoechea); ahora ahí están las consecuencias y el precio lo tendrán que cubrir los ciudadanos mexicanos que deberán tramitar y pagar una visa si desean viajar a Canadá.

En este lamentable contexto es que estimo indispensable que en nuestro país se inicie un debate democrático sobre el papel que debe jugar nuestro país en la región de Norteamérica y en el mundo entero. Hasta el día de hoy, el poder legislativo de nuestro país se ha limitado a ser un simple espectador de la actuación externa del Estado y poco ha hecho para tratar de incidir en mejor desempeño de nuestro país en el acontecer internacional.

De manera particular, nos hemos sentado a contemplar la forma en la que el poder ejecutivo, en el ejercicio de unas facultades constitucionales que le fueron conferidas durante el México autoritario, ha subordinado el interés de la mayoría de los mexicanos a los objetivos en materia de seguridad de los Estados Unidos.

Por ello, hemos aceptado un esquema asistencialista disfrazado de cooperación y corresponsabilidad para hacer frente a la delincuencia; y hoy debemos rendir cuentas a un congreso extranjero sobre el desempeño de nuestras fuerzas armadas si es que queremos seguir recibiendo la ayuda económica que tan humanitariamente se nos proporciona a través de la Iniciativa Mérida.

En materia migratoria, México ha supeditado su política poblacional a las exigencias de los Estados Unidos y ha convertido en una gigantesca estación migratoria todo el territorio nacional. Desde Chipas hasta Baja California, nuestra prioridad es garantizar la contención de los flujos poblacionales y asegurar que la migración proveniente de centro y Sudamérica no llegará a su destino final.

Estos son los temas que se nos han impuesto y la agenda a la que el gobierno mexicano se ha sometido sin ni siquiera cuestionar. Seguridad, terrorismo y competitividad, o lo que es lo mismo, garantizar las condiciones elementales de certeza y estabilidad para que los proyectos económicos de las elites y sus grandes empresas puedan seguirse desarrollando sin contratiempo alguno.

De la lucha contra la pobreza, la desigualdad, la marginación y la exclusión no debe hablarse. Esos son temas inútiles. A nadie le importa mencionar que la única forma de disminuir las asimetrías entre nuestras sociedades, como condición indispensable para transformar a nuestra región en un bloque verdaderamente competitivo a escala global, es precisamente a través del estimulo al desarrollo, de la inversión productiva, del reconocimiento de nuestra realidad y de la convergencia e interdependencia de nuestros mercados laborales; del apoyo a las regiones más atrasadas, de la cooperación en materia educativa y de la instrumentación de una estrategia que realmente implique una corresponsabilidad en la lucha contra la drogadicción, el narcotráfico y la venta ilegal de armas.

Todas estas son cuestiones que deben ser discutidas internamente antes de afirmar que México posee una noción de lo que debe ser la región de América del Norte y de lo que implica ser parte ella. Sin este debate, compañeras y compañeros legisladores, nuestro país seguirá estando condenado a la ignominia.

Las y los legisladores del Partido de la revolución Democrática estamos firmemente convencido de que la única forma de fortalecer el poder de negociación y el margen de maniobra de nuestro país en el ámbito internacional es a través de la definición de una política exterior de Estado que cuente con un amplio sustento interno.

Un sustento interno que le daría una verdadera legitimidad democrática a nuestra conducta externa y que, de paso, le mostrará al mundo que el proceso de toma de decisiones en nuestro país en esta materia ya no es el mismo que el del México autoritario.

Por todo lo anteriormente expuesto, y en espera de que no sigamos eludiendo este tipo de debates, me permito poner a su consideración el siguiente:

PUNTO DE ACUERDO
PRIMERO.- La Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión solicita al Titular del Poder Ejecutivo Federal, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, un informe detallado sobre las propuestas y visiones del gobierno federal en torno a la región de América del Norte. Dicho informe deberá contener la agenda temática y las propuestas específicas que impulsará nuestro país en la Cumbre de Norteamérica que habrá de celebrarse en nuestro país el próximo mes de agosto.

SEGUNDO.- Una vez recibida dicha información, se invitará a una reunión de trabajo al Subsecretario para América del Norte, Embajador Carlos Rico Ferrat, a efecto de intercambiar puntos de vista y realizar recomendaciones que puedan enriquecer y fortalecer el papel de nuestro país.

SUSCRIBEN
SENADOR JOSÉ LUIS MÁXIMO GARCÍA ZALVIDEA
SENADOR TOMÁS TORRES MERCADO
SENADORA ROSALINDA LÓPEZ HERNÁNDEZ

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