lunes, 21 de septiembre de 2009

PROPOSICIÓN CON PUNTO DE ACUERDO RELATIVO A LAS RELACIONES ENTRE MÉXICO Y JAPÓN

C. PRESIDENTE DE LA MESA DIRECTIVA
H. CÁMARA DE SENADO
RESPRESENTE

Los suscritos, Senador José Luis Máximo García Zalvidea, Senadora Rosalinda López Hernández, Senador Jesús Garibay García y Senador Salomón Jara Cruz, integrantes de Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática a la LXI Legislatura del H. Congreso de la Unión, con fundamento en el artículo 58 del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, sometemos a la consideración de esta soberanía la siguiente Proposición con Punto de Acuerdo al tenor de las siguientes:

CONSIDERACIONES
El domingo pasado, el opositor Partido Democrático (PD) ganó las elecciones generales celebradas en Japón y terminó con más de medio siglo de hegemonía del Partido Liberal Demócrata (PLD). De esta manera, el líder y candidato del Partido Demócrata, Yukio Hatoyama, será el nuevo Primer Ministro de Japón a partir del próximo 16 de septiembre.

Hatoyama es miembro de una de las dinastías industriales y políticas más importantes de Japón. Su abuelo fue el fundador del PLD y Primer Ministro entre 1954 y 1956; su padre fue Ministro de Relaciones Exteriores y su único hermano se desempeñó hasta junio pasado como Ministro de Comunicaciones y Asuntos Internos en el gobierno de Taro Aso (Primer Ministro saliente).
La gran paradoja consiste en que Hatoyama ganó las elecciones con una propuesta de cambio al estilo Obama y con un discurso reformista de alto contenido social centrado en la defensa del poder del pueblo y en la condena a los efectos más nocivos de la globalización y el capitalismo salvaje.

En suma, un discurso crítico y sensible que enfatiza la necesidad de reducir la extensa burocracia nipona, congelar los impuestos, dar ayudas directas a los trabajadores y modificar la histórica relación de dependencia y subordinación vigente entre Japón y Estados Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial.


En nuestra perspectiva, la alternancia ocurrida en Japón más allá de sus repercusiones internas, bien podría inaugurar una nueva era en las relaciones internacionales de nuestro tiempo.
Japón es la segunda potencia mundial y una pieza fundamental de una de las regiones más dinámicas y de más rápido crecimiento en el mundo. Sin embargo, la crisis financiera internacional puso en evidencia algunas de las debilidades del modelo japonés que el nuevo Primer Ministro Hatoyama no ha dudado en reconocer.

Entre esas debilidades se encuentra un modelo económico que decidió dejar todo a los dictados del mercado y que no ha sido capaz de proteger a los ciudadanos de las consecuencias más nocivas del capitalismo fundamentalista.

Por ello, en un artículo publicado en la edición de ayer del Diario El País, el Primer Ministro Electo de Japón se pregunta: ¿qué podemos hacer para acabar con ese fundamentalismo de mercado que carece de toda consideración moral y trata a la gente no como un fin sino como un medio?.

Y se responde: “de lo que se trata es de regresar a la idea de la fraternidad como la fuerza moderadora que nos permita limitar los excesos de la globalización”.

En este contexto, compañeras y compañeros legisladores, la elección de un dirigente que parece entender la dimensión de los retos que enfrenta la comunidad internacional, debe ser vista más que como un simple acontecimiento, como una oportunidad histórica para impulsar y apuntalar los cambios al modelo económico y financiero internacional que demandan nuestras sociedades.
Insistimos. El hecho de que la segunda potencia mundial tenga hoy un liderazgo que se pronuncia abiertamente a favor y se declara dispuesto a promover un cambio de fondo en las estructuras mundiales, es un suceso que un país como el nuestro no se puede dar el lujo de subestimar. Y no sólo eso. México está obligado a aprovechar la oportunidad que nos brinda la coyuntura para promover un mayor acercamiento y el fortalecimiento de nuestras relaciones bilaterales.

En 2008, el comercio bilateral entre México y Japón fue de 18, 394 millones de dólares y el 88% del intercambio bilateral fue explicado por el valor de las importaciones japonesas.

De acuerdo con las cifras de la propia Secretaría de Economía, en 2008 las exportaciones mexicanas a Japón registraron un valor de 2, 068 millones de dólares. Por su parte, la importaciones de bienes japoneses se ubicaron en alrededor de 16,326 millones de dólares en 2007. Tan sólo entre 2004, año previo a la entrada del Acuerdo de Asociación Económica entre México y Japón, y 2008, las importaciones de artículos japoneses se elevaron en más del 90%.

Esto significa que durante 2008 el déficit comercial con Japón fue de -14, 258 millones de dólares, lo equivalente a más del 75 % del total de la balanza comercial. . En una perspectiva más global, el comercio de México con Japón apenas equivale al 2.99 del comercio total de México con el mundo.
En materia de inversión, cabe señalar que Japón es uno de los principales inversionistas en el mundo. De acuerdo con datos de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), Japón es la octava fuente de inversión extranjera directa. Actualmente, Japón es el primer inversionista de la región de Asia-Pacífico. El monto acumulado de la inversión japonesa en México es mayor al de cualquier otro país salvo Estados Unidos.
No obstante, Brasil es el país latinoamericano que tiene el mayor valor de inversión japonesa neta acumulada (8,699 millones de dólares).

De esta forma, pese a los avances y la evolución de nuestras relaciones en los últimos años, queda claro que tanto en materia de comercio como de inversión, nuestros países aún se encuentran lejos de alcanzar ese nivel de intercambios e interacción que dos economías tan particulares y complementarias como las nuestras están obligadas a buscar.

En este contexto, uno de los objetivos de esta proposición es el de comenzar a impulsar la elaboración de análisis y diagnósticos de nuestras relaciones bilaterales con diversos países del mundo.

En el Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática, estamos convencidos de la importancia de que las Comisiones de Relaciones Exteriores comiencen a generar estudios autónomos que le permitan al Poder Legislativo ejercer sus labores de control y corresponsabilidad en materia de política exterior.

Hemos señalado ya en muchas ocasiones que la prioridad de nuestra política exterior debe ser la diversificación y el estrechamiento de relaciones con países y regiones que nos permitan disminuir nuestra dependencia de la economía de los Estados Unidos.

Hemos reiterado también la necesidad de que este Senado se convierta en un actor más decidido y participativo en los asuntos de política exterior y política internacional que se relacionan con el ejercicio de nuestras facultades constitucionales y con nuestras tareas de diplomacia parlamentaria.

Por lo tanto, estimamos sumamente valioso el que esta soberanía pudiera emitir un pronunciamiento de felicitación y reconocimiento al Primer Ministro electo de Japón, así como un exhorto al Titular del Poder Ejecutivo Federal a efecto de que busque el fortalecimiento de la relación y un mayor acercamiento entre nuestros pueblos.

Con base en lo anteriormente expuesto, nos permitimos poner a su consideración la siguiente proposición con:

PUNTO DE ACUERDO

PRIMERO.-
El Senado de la República felicita al pueblo y al Primer Ministro Electo de Japón, Yukio Hatoyama, por el resultado del proceso electoral celebrado el pasado domingo 30 de agosto de 2009.

SEGUNDO.- El Senado de la República acuerda dirigir una comunicación al nuevo Parlamento Japonés a efecto de proponer el establecimiento y la institucionalización de las relaciones parlamentarias entre nuestros países.

TERCERO.- Se exhorta al Titular del Poder Ejecutivo Federal a aprovechar la coyuntura brindada por la elección Yukio Hatoyama como Primer Ministro de Japón para darle un nuevo impulso a nuestra relación bilateral y buscar el fortalecimiento y el equilibrio de los vínculos existentes entre nuestros países en materia comercial, educativa, cultural y de inversión.

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